lunes, 5 de agosto de 2024

MUSIC BACK

Para algunos, la música es un mundo mágico y misterioso que permite acceder a un Nirvana donde el espíritu, la mente y el cuerpo juegan el mismo juego.. misterioso y mágico. Soy uno de esos algunos, y me pregunto.. ¿por qué me gusta lo que me gusta? ¿Casualidad, resultado de un azaroso pero inexorable proceso que puso en mi camino ciertas melodías, armonías, ritmos.. (esos, y no otros) ..en el justo momento en que mis ventanas y apetitos estaban abiertos y predispuestos a consumar una irreversible comunión forever? No sé, ni creo que importe. Hoy desperté con la rara idea de montar al Dr. Freud sobre un pentagrama, e indagar desde “otro lugar” los orígenes de mi historia con la música, para tratar de descubrir (si es que hay algo que descubrir) porqué me gusta lo que me gusta. Por joder nomás.
Me remonto entonces a los comienzos, hasta donde son accesibles para mi memoria. Cuando era muy pequeño, en la vieja casona de Barracas en que yo vivía, sonaban tangos de la guardia vieja. Mi abuelo tenía un tocadiscos (una vitrola, para qué andar con vueltas: soy un viejo de mierda), y también estaba la radio porteña, que a principios de los ‘60 no desplegaba un abanico de programación muy variada en cuanto a música. Pero el tango nunca me pegó bien, y entonces pienso que mi desagrado por esa música hoy puede tener mucho que ver con aquellas escuchatas forzosas.
Lo primero que me atrajo, lo primero que escuché con entusiasmo, extasiado, y hoy podría decir que fue lo que signó mi preferencia y me marcó para siempre, fue la música clásica (o "antigua de tradición escrita", como prefiero llamarla) que mi vieja tocaba en el piano. Las Partitas, las Suites Francesas e Inglesas, los Preludios y Fugas de El clave bien temperado de Bach, el Claro de luna de Debussy, las Sonatas de Beethoven, las Polonesas, los Estudios y los Nocturnos de Chopin, piezas de Mozart, Lizt, Rachmaninov, Schumman, Schubert.. eran un repertorio habitual, que logró captar (y cautivar) mi atención en el momento de los descubrimientos musicales.
Habrían de pasar varios años hasta que, en la preadolescencia y co mienzos de la adolescencia, un interés más fuerte y definido por la música trajera, de la mano del rock, los cambios decisivos que me marcarían a fuego y para siempre. Tenía diez y doce años cuando me metí en ese mundo (o ese mundo se metió en mí). Ya sonaban los Beatles en mi rancho, empezando a convertirse en la influencia decisiva. Pero el rock de pulsión más fuerte también me deslumbraba, y aunque sorprenda a muchos (incluido yo mismo), un esfuerzo de la memoria me revela que de la casi olvidada lista de canciones que sonaron en aquel momento en mi vida, es “Travelling Band”, de Credence Clearwater Revival, la que me dio vuelta como a una media, y fue el disparo inicial de una carrera que no habría de parar nunca: había descubierto el rock and roll. De esa misma época también recuerdo a Steppenwolf, y la canción “American Woman” de The Guess Who. Corría 1970, estaba en séptimo grado de la escuela primaria, y fue entonces que el hermano del Gordo Reiris me habilitó algunos discos de rock and roll, entre los que había uno de Little Richard y otro de Bill Haley. Me llamaron la atención pero.. no fue ese el palo que me partiría la cabeza. Fueron un disco de Clapton (creo que el primero como solista, de 1970) y Pappo’s Blues Vol.1 (prestados por el hermano de otro amigo), el extraño “Pentágono” de los Rolling Stones, Led Zeppelin II, "Let it bleed" y “Sticky Fingers” (también de los Stones), y varios de Credence, y qué se yo qué más ni en qué orden cronológico, los que me llevaron a ese lugar del que, una vez conocido, nunca quise salir.
Pero en 1972 pasó algo muy fuerte, que hoy reconozco como el segundo punto trascendental en esa historia: escucho “Machine Head” (Deep Purple) y se me pudre la cabeza. Ya tenía Led Zeppelin I y II, pero fue en ese momento, con Purple sonando a mil, que decidí que quería ser guitarrista. La viola de Ritchie Blackmore me mató. Recuerdo que escuchando los solos de “Highway Star” y “Lazy”, y poco después los de “Deep Purple In Rock”, sentía como si un rayo me traspasara furiosamente, fulminante, limpio, desde la cabeza hasta los pies, clavándome al piso en un mágico ritual que me dificultaba la respiración y me desarmaba. Hoy, más allá de los olvidos (naturales o intencionales), y más acá de lo que pueda pensar y decir a los 49 años, no dejo de reconocer que fue Blackmore el primero en volarme la cabeza por completo, el que me llevó a un amor de por vida con la guitarra y el Rock.
Así empezó todo. Después crucé muchas veces la calle, anduve por mil veredas diferentes, me conmoví con mucha música de otros palos, me convertí en cultor de un particular eclecticismo, pero eso es otra historia..

Hasta los 18 años escuché rock y blues. De mi pago, Luis Alberto Spinetta y Aquelarre primero, Charly García años después. De otras tierras Hendrix, Clapton, Deep Purple, Led Zeppelin, The Who. Santana, Jethro Tull, Pink Floyd, Emerson, Lake & Palmer, King Crimson..
Fue por ese entonces que empecé a escuchar a Yes y a Genesis, y.. me volaron la cabeza como nunca
nada antes..
Tuve tiempos de fusión (jazz rock, Return to Forever y Wearher Report), jazz europeo moderno (onda ECM o "icy jazz"); tiempos de heavy metal, de neoclassical fusion (metal), y hasta ahí llegué con el rock pesado.
Después volví mil veces a los mismos lugares.
Hoy, haciendo un análisis de qué fue lo que más me gustó a los largo de mi vida, lo tengo claro: el Flaco (Spinetta), Genesis y Yes (el rock sinfónico de los años '70), y Oregon (
una banda estadounidense de jazz contemporáneo y world fusion, con ricos condimentos de música hindú, creada en 1971 por Ralph Towner, Paul McCandless, Glen Moore, y Collin Walcott.
A fines de la primera década del siglo XXI volví al jazz contemporáneo europeo. Descubrí a Enrico Pieranunzi y a varios tanos más de la onda tipo ECM pero mediterránea, más del sur que del  norte de Europa. Y fue eso lo último nuevo en su momento que me atrapó.
To be over, y refinando los análisis, debo decir que lo que más me dio vuelta en mi vida fue la obra de Genesis entre 1970 y 1980. Hoy sigue siendo lo que más me copa..

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